Existen 250 especies de roble en el mundo, que se encuentran principalmente en zonas templadas del hemisferio norte. De todas estas especies, solamente tres son las usadas en tonelería. Llamamos roble francés a la variedad Quercus petraea, roble sésil, albar o de invierno. También podemos encontrar en Europa la variedad Quercus robur, más conocido como roble común o pedunculado; éste es más robusto que el anterior, y digamos menos «fino». El roble americano es de la variedad Quercus alba, comúnmente llamada roble blanco, y podemos encontrarlo principalmente en los bosques de Missouri y Kentucky.
Aparte de la especie, una de las principales diferencias la encontramos en la forma de producir las duelas, las tablas que conforman la barrica. Las características de la madera del roble europeo y el americano son diferentes, así que el proceso de fabricación se adapta a ello. El roble americano es menos poroso, y por tanto es más resistente y menos permeable al vino. La madera americana es mucho más barata de producir, ya que las duelas pueden hacerse serrando el tronco. De esta forma se desperdicia menos madera, es decir, si lo comparamos con el roble francés, de la misma cantidad de madera podremos obtener más barricas y esto repercute en el precio.
La madera francesa es más blanda y sus poros son mucho más finos, así que sus características no permiten aserrarla. Para sacar las duelas el tronco debe ser hendido, es decir, la madera es rasgada siguiendo las vetas. De esta forma, los poros van de un extremo al otro de la duela, evitando que el vino atraviese la madera del interior al exterior de la barrica. Por ello, se necesita mucha más madera que de roble americano para hacer las mismas barricas. Con los restos se hacen otras alternativas para el vino