El tostado influye sobre la gama aromática, el dulzor y el aporte de tanino. El tostado de la barrica se hace mediante un fuego y controlando la temperatura y el tiempo de tostado. A cada temperatura de tostado, se desarrollarán distintos aromas. En función del perfil aromático deseado, elegiremos el grado de tostado.
El tostado ligero es un proceso de calentamiento a bajas temperaturas relativas de aproximadamente 115 ºC en el centro de la duela y durante un tiempo inferior a 12 minutos. Este tipo de tostado conserva los taninos elágicos de la madera y mantiene el contenido en nonenal que comunica un aroma a madera verde que es generalmente poco apreciado.
El tostado medio que se consigue con temperaturas en el centro de las duelas de 200 ºC mantenidos durante un tiempo entre 12 y 15 minutos y conduce a la formación de diversos aldehídos furánicos que por reacciones de caramelización conducen a la formación de aromas a almendra, vainilla, clavo, café, etc. Este tipo de aromas potenciados por el tostado disminuyen al calentar más la madera. En ocasiones aparecen aromas a proteínas que resulta poco adecuados.
El tostado fuerte con temperaturas mayores de 230 ºC y durante más de 15 minutos conduce a aromas ahumados y especiados. Este tipo de tostado degrada aldehídos y fenoles y especialmente los taninos elágicos y las ligninas, estos compuestos se solubilizan con estas temperaturas y pasan al vino dando aromas a especias como el clavo y degradan los polioles de la madera.
La madera sometida a este tostado fuerte puede agrietarse y formar ampollas que terminan dando aromas a cocido y con sabores astringentes y amargos.
La aromaticidad del tostado fuerte es más intensa que la del tostado medio pero demasiado amargo y con aromas a ahumado no siempre deseado. Una barrica puede recibir unos tostados combinados.
Los tostados fuertes dan aromas a clavo, a caramelo y a pan tostado. El tostado alto reduce la astringencia de la madera y el típico aroma a coco, roble o tablón de madera (al reducir las lactonas, y el noneal).
Un vino complejo requiere normalmente tostados medios, pero los tostados altos pueden mejorar determinados vinos menos estructurados y menos complejos.