La operación de trasiego en un vino supone abandonar su exótica e intensa juventud para dar lugar a los aromas que evolucionarán durante su envejecimiento. Pero… ¿Cómo es posible?
El trasiego consiste en cambiar el contenedor del vino. Durante este proceso, se separa el jugo de los sedimentos sólidos almacenados en el fondo durante la fermentación. Al mismo tiempo, el vino se oxigena para que los aromas evolucionen de forma controlada por el enólogo
Es posible trasegar el vino tanto con la ayuda de una bomba o mediante el método tradicional empleando el propio peso del vino.
Tipos de trasiego
Es muy común realizar trasiegos con la finalidad de limpiar los grandes depósitos donde se ha fermentado el vino.
Paralelamente, las operaciones de trasiego que más impacto tienen en el vino tienen lugar durante la etapa de crianza. Como los drinklovers más expertos ya conocen, la madera de roble aporta aromas que se complementan con el vino y mediante el trasiego, el enólogo posee la capacidad de introducir diferentes maderas al vino con sus respectivos aromas.
¿Cuántos trasiegos se deberían realizar?
No existe un número estricto de trasiegos para un vino, simplemente el enólogo se debe fiar de su instinto. Sin embargo, existen reglas comunes que se suelen cumplir:
¿Se hace trasiego con el vino tinto y con el vino blanco?
La respuesta corta es sí, pero depende de la referencia y de la forma de trabajar esas referencias. Este artículo tiene una vocación informativa y generalista, os dejamos algunas reglas generales a respetar:
Normalmente el trasiego del vino blanco se aplica después de la fermentación, la clarificación o la estabilización y con una frecuencia de dos a tres veces.
El trasiego del vino tinto depende del tiempo en barrica que tenga. A mayor crianza, normalmente, mayor frecuencia de trasiego para el vino. Por ejemplo, los vinos jóvenes pueden trasegarse como los vinos blancos, entorno a dos o tres veces. Esto aumentaría a entorno seis veces para los vinos con crianza.